Un mal comienzo propicia un mal final.
EURÍPIDES
No atajemos a expensas de la claridad.
ELEMENTOS DE ESTILO
Anticipación: conviene crear una intensa sensación de expectación. Un poco vale mucho: una llamada provocativa y susurrante desde la oficina, un murmullo furtivo durante la cena, una caricia en la nuca… El más mínimo gesto puede cargar un acto banal de energía erótica.
Evitar: el contacto directo con los genitales femeninos durante el calentamiento por espacio de al menos 10 o 15 minutos. Estimula otras partes de su cuerpo; deja que la oxitocina invada su torrente sanguíneo. Reserva el beso genital para el final, pues el primer beso en la vulva es el umbral entre el calentamiento y el partido.
Concienciación: sintoniza con todos los matices de la respuesta sexual; no pierdas la atención ni te alejes del proceso. Cada momento se apoya sobre el anterior para construir una experiencia sin fisuras. Recuerda lo que dijo Aristóteles: “Lo principal es la estructura de los elementos. Cuando uno es eliminado o situado donde no le corresponde, todo el conjunto se ve alterado”.
Baño: la limpieza es un aspecto muy importante en un encuentro sexual, especialmente cuando se practica el cunnilingus. Los escrúpulos por motivos higiénicos son la principal causa de reserva de los hombres hacia el cunnilingus y una importante fuente de ansiedad para las mujeres preocupadas por el recelo de su compañero. El calentamiento puede empezar con una ducha o un baño compartido. Te ayudará a canalizar la ansiedad y construir un acontecimiento romántico.
Barba: a menos que tengas una barba bien crecida y suave, considera la posibilidad de afeitarte para no irritar la vulva, la cara interna de los muslos y otras zonas sensibles.
Cuerpo (de ella): ten en cuenta que la piel es el órgano sexual más amplio y que el cuerpo entero, de la cabeza a los pies, es una extensa zona erógena. Esta afirmación es especialmente cierta en el caso de las mujeres, puesto que el cuerpo femenino suele ser más pequeño que el masculino, pero tiene el mismo número de terminaciones nerviosas concentradas en una superficie menor; de ahí que el número de receptores sensibles sea superior en el cuerpo femenino. Además, la piel de la mujer suele ser más fina y tener menos vello, lo que permite una mayor sensibilidad. Los estudiosos del sexo han observado que a algunas mujeres les basta con que les acaricien las cejas o les besen en el lóbulo de la oreja para alcanzar el orgasmo. Como dijo Voltaire: “El amor es un paño proporcionado por la naturaleza y bordado por la imaginación”.
Pechos: si bien existe una base biológica para la relación de placer que se establece entre los pechos y la vulva en forma de oxitocina una sustancia química que aumenta nuestra sensibilidad al tacto y es liberada en la región genital cuando se estimulan los pezones, muchos estudios revelan que el contacto con los pechos estimula a los hombres mucho más que a las mujeres. En uno de los estudios sobre sexualidad femenina realizados por Alfred Kinsey se revela que sólo el 11% de las ocho mil mujeres encuestadas afirmaron acariciarse los pechos durante la masturbación (en comparación con el 84% que se acariciaba el clítoris o los labios menores). Parece sensato concluir que buena parte del placer que ella siente cuando estimulas sus pechos responde al disfrute que a ti te proporciona. La sensibilidad de los pechos es muy distinta en cada mujer, por lo que conviene actuar con delicadeza y observar la respuesta. Una de las encuestadas en este estudio recomienda lo siguiente: “Saboréalos, no te los comas”.
Mal aliento: cuando hablamos de higiene no debemos olvidar la propia higiene bucal, pues hay más bacterias en la boca que en la vagina. En lugar de lavarte los dientes, lo que podría producir heridas o llagas y aumentar el riesgo de contraer una enfermedad venérea, enjuágate con un antiséptico suave. Por las mismas razones, no utilices el hilo dental antes de un encuentro sexual.
Respiración: la mayoría de los hombres consideran la humedad vaginal como el indicador más fiable del grado de excitación de la mujer; si bien es cierto que existe una fuerte relación entre lubricación y respuesta sexual, puede ocurrir que la mujer no se humedezca, por razones completamente ajenas a su grado de excitación. La respiración de la mujer es un indicador que normalmente se pasa por alto. Muéstrate atento a los cambios de ritmo de su respiración a medida que se va excitando y observa cómo se tensan sus músculos abdominales.
Velas: hombres y mujeres no se ponen de acuerdo en cuanto a la iluminación. Los hombres, como Hemingway, suelen preferir un lugar “limpio y bien iluminado” para practicar y observar su habilidad, mientras que las mujeres prefieren un velo de oscuridad. Las velas son un buen término medio.
Comunicación: mantén abiertos todos los canales de la comunicación, tanto los físicos como los verbales; no interrumpas en ningún momento el ciclo estímulo-respuesta. Según Sex: A Man’s Guide, “una encuesta de la revista Redbook entre cien mil mujeres casadas revela que el principal indicador femenino de satisfacción sexual y conyugal era la posibilidad de expresar a sus maridos sus sentimientos sexuales. Cuanto más hablaban más valoraban su vida sexual, sus matrimonios y su grado de felicidad en general”. Cada cual debe descubrir lo que funciona y lo que no. Sé positivo y constructivo: una crítica dura suele significar la muerte del sexo.
Fantasías: tal es la fuerza de la imaginación que algunas mujeres son capaces de llegar al orgasmo únicamente con sus propias fantasías, sin necesidad de estimulación física. Los estudios revelan que las fantasías de los hombres y de las mujeres son diferentes. Las mujeres tienden generalmente a fantasear en términos más narrativos, mientras que las fantasías masculinas suelen centrarse en determinados detalles físicos visuales de sus encuentros sexuales.
En cuanto al contenido, las fantasías de hombres y mujeres coinciden en aspectos como: múltiples parejas, juego anal, bromas, atarse suavemente, excitarse mirando a otros practicar el sexo en lugares públicos.
Fantasead juntos: escoge una página de Las mil y una noches para el calentamiento. Si no eres un buen narrador podéis leerla juntos en voz alta. He aquí algunas recomendaciones literarias: la obra maestra del erotismo, de James Salter, Juego y distracción; los relatos breves de Anaïs Nin incluidos en Delta de Venus y Pájaros de fuego; las novelas eróticas de la serie de Emmanuelle, de Emmanuelle Arsan; Historia de O, de Pauline Réage; el relato sexual Innocence, de Harold Brodkey, acaso la mejor descripción de una sesión de cunnilingus que jamás se haya escrito; novelas de Jerzy Kosinski como Cock- pit; Bajo los tejados de París y Días tranquilos en Clichy, de Henry Miller; el anónimo Mi vida secreta; Lo puro y lo impuro, de Colette; la antología de fantasías de Nancy Friday, Mi jardín secreto (con abundantes testimonios de fantasías de gente real); alguna de las antologías eróticas editadas por Susie Bright o publicaciones de colecciones especializadas, como La Sonrisa Vertical.
Los amantes de la poesía pueden saborear Las flores del mal, de Charles Baudelaire, o los versos de Guillaume Apollinaire. Y quienes prefieran los cómics (de tipo pervertidillo, claro está) pueden elegir las historias extra calientes del escritor y dibujante Eric Stanton, especializado en fantasías de dominación femenina, o las del archifamoso Milo Manara.
Fantasead por separado: ten presente que hay fantasías que se comparten en voz alta y fantasías que se reservan para uno mismo. Respeta tu intimidad y la suya, y no te sientas amenazado por sus fantasías. Según los autores de Sex: A Man Guide’s, los estudios revelan que cerca del 85% de los hombres y las mujeres tienen a veces fantasías sexuales durante la actividad sexual. Los autores citan una investigación de Harld Leitengerg, donde se concluye que quienes fantasean durante la actividad sexual alcanzan mayores niveles de satisfacción y tienen menos problemas en sus relaciones sexuales, aun cuando la persona de sus fantasías no sea la misma que su pareja.
“A veces me cuesta más hablar de mis fantasías que de mi experiencia sexual. Lo que “hago” en términos sexuales es el resultado de factores muy diversos, y no todos tienen una base sexual. Sin embargo, lo que «imagino» que hago es puro: puro en el sentido de que la imagen surge completamente de dentro, del terreno del subconsciente. La tierra de la fantasía es la tierra de lo que se desea pero no se hace” (Tisdale).
Fantasía frente a realidad: sé consciente de la diferencia entre compartir una fantasía y realizarla. Lo primero es inofensivo y preparatorio, mientras que lo segundo puede tener consecuencias imprevisibles a no ser que esté debidamente hablado y sea comprendido por ambos miembros de la pareja. Esto es aún más cierto cuando las fantasías se sacan del dormitorio. El sexo en nuestras vidas, familiar y repetitivo, suele ser muy distinto del sexo en nuestras fantasías, tabú y exagerado. Puede que en eso esté el quid de la cuestión. Piénsatelo antes de sacar las fantasías del dormitorio y ten presente que una vida interior rica contribuye a una vida exterior sana y feliz. En palabras de una entrevistada: “Aunque quisiera vivir mis fantasías, sería imposible. Necesitaría una máquina del tiempo y una nave espacial”.
Felación: una de las principales fuentes de placer para ella es tu propio placer y el mejor modo que tiene de ofrecértelo es con un poco de atención oral. Pero no te dejes llevar demasiado lejos. Numerosos estudios demuestran que los hombres disfrutan de la felación tanto, si no más, como de la penetración, y que éste es el modo más fácil para la mujer de conducir a un hombre hasta el orgasmo. Ahora bien, la felación no da derecho al clímax. Tal como afirmaba el doctor Comfort en The New Joy of Sex, “algunos hombres no soportan el más leve beso genital sin eyacular”. Por eso, si te gusta la felación y quieres disfrutar de ella, limítate a un “ligero tentempié” durante el calentamiento y pide más después del partido.
Estimulación manual: una vez que ella se haya excitado, que su cuerpo esté despierto y sensibilizado a tus atenciones, la estimulación manual de su vulva resultará ser el plato fuerte del calentamiento; tómate un buen rato para desplegar en su justa medida una buena combinación de presión, movimiento y ritmo. Antes de empezar tal vez desees humedecer las manos con algún lubricante (véase Lubricante para los pros y los contras de una elección u otra), aunque para entonces lo más probable es que ella ya esté bastante húmeda. Asegúrate de que tienes las uñas cortas, para no irritar su región genital o causar pequeños cortes y heridas. Para aprender a manejar los dedos como un virtuoso, consulta el Apéndice.
Vello púbico: chicos, cuidado con el pelo. A algunos hombres les encanta y no se cansan de restregar la nariz para aspirar todo el perfume femenino. Otros prefieren un pubis bien recortado y otros la fina cresta de un mohicano o una vulva resbaladiza y desnuda, lo que los chinos llaman el “tigre blanco”. La decisión es de ella. Recuérdalo y respétalo. A algunas mujeres les fastidia tener que preocuparse de otro detalle más de su apariencia, y todo lo que pase de un ligero recorte del vello puede producir incomodidad, picor y hasta dolor.
Besar: como dijo Shelley, “el alma se encuentra con el alma en los labios del amante”. Un beso es como la fusión de dos sustancias químicas: si se produce una reacción, ambas se transforman. Un beso es una expresión del alma, única y multifacética. Un beso puede ser juguetón, paciente o tímido; o puede ser ansioso, contundente y violento. Según las enseñanzas del Tantra, el labio superior de la mujer es una de las zonas más erógenas de su cuerpo, pues está conectado al clítoris por un nervio especial que supuestamente canaliza la energía erótica. Como el propio lenguaje, no hay emoción que no pueda expresarse con un beso. El cunnilingus no es más que el arte de convertir un beso en un acto amatorio completo.
Lenguaje: “La gracia está en cómo se dicen las cosas”, afirmó Robert Frost, y esto no puede ser más cierto si lo aplicamos al juego sexual. Según una encuesta de la revista Men’s Fitness, en torno a un 90% de los hombres les encanta que sus parejas les digan cosas soeces. Si eres de los que no suelen hablar en la cama, suelta un poco tu lengua y verbaliza tus sentimientos eróticos.
Selecciona las palabras con inteligencia y recuerda lo que decía Mark Twain a este respecto: “La diferencia entre la palabra precisa y la palabra casi precisa es la misma que entre un relámpago y una luciérnaga”. Lo mismo vale a la hora de “encender” o “apagar”. Así pues, asegúrate de que tus palabras producen el primer efecto en lugar del segundo.
A la hora de buscar las palabras adecuadas, recuerda la recomendación de Elementos de estilo: “Todos los escritores revelan en su uso del lenguaje una parte de su espíritu, sus costumbres, sus capacidades y sus inclinaciones”.
Lencería: apréciala antes de romperla, rasgarla o arrancarla. A diferencia de los hombres, cuya capacidad de elección en materia de ropa interior rara vez va más allá de decidir entre unos bóxers o un slip, las mujeres emplean numerosos recursos físicos, creativos y económicos para contar con un buen surtido de lencería. Una encuestada comentó: “¿Quién se ha creído que es? ¿Conan el Bárbaro? Me rompió las medias a mordiscos. ¡Y eran de La Perla, de las de veinticinco dólares!”.
Lubricante artificial: dice un antiguo proverbio malgache: “Que tu amor sea como la llovizna que cae dulcemente hasta inundar el río”. Eso sí, si tu pareja no consigue lubricarse, no te lo tomes como algo personal. Según Sex in America Survey (1994), el 20% de las mujeres se quejan de tener problemas a la hora de lubricar.
El uso de un lubricante artificial no es tan importante en el cunnilingus como en la penetración. En The New Joy of Sex, el doctor Comfort señalaba que “el mejor lubricante sexual es la saliva”. Y durante el cunnilingus se dispone de saliva en abundancia. Ahora bien, la boca se seca a veces, y no está de más tener a mano algún lubricante.
Antes de elegir un lubricante conviene leer los ingredientes y prescindir de aquéllos con base de aceite o productos químicos como el nonoxynol-9, un espermicida de uso común que tiene un sabor espantoso y puede producir quemaduras e infecciones. Igualmente hay que evitar las gelatinas, como el K-Y, pues son muy grasas y densas. La mejor elección es un producto al agua y con pocos ingredientes. Uno de los más usados es el Astroglide, que se ha hecho famoso por el eslogan “Sólo la naturaleza puede vencerlo”. Puedes disfrutar con el proceso de selección, porque la variedad es enorme.
Masaje de pies: una de las técnicas de estimulación erótica más despreciadas e infrautilizadas es el masaje de pies, cuando se sabe que éste inunda la sangre de endorfinas y estimula todo el cuerpo. No hace falta ser un masajista profesional; basta con mantener un contacto continuado entre la mano y el pie, masajeando primero uno y luego el otro con las dos manos. El masaje debe abarcar la totalidad del pie: planta, talón, tobillo y articulaciones de los dedos. Tómate la libertad de besarle los dedos de los pies. Hay mujeres que no lo soportan, mientras que para otras es la cumbre del placer.
Masturbación: Masters y Johnson recopilaron gran parte de su información sobre la respuesta sexual femenina observando cómo se masturban las mujeres. Cayeron en la cuenta de que las mujeres centraban la estimulación manual en el glande del clítoris, además de la caña, el monte de Venus y los labios mayores y menores. Dada la enorme sensibilidad del glande del clítoris, la mayoría de las mujeres lo estimulaban en el momento álgido y evitaban el contacto directo inmediatamente después del orgasmo. El doctor Kinsey descubrió que el 95% de las mujeres estudiadas alcanzaba el clímax con mayor frecuencia mediante la masturbación que con la penetración. Esta observación fue corroborada por Masters y Johnson, quienes descubrieron que el 90% son capaces de llegar al orgasmo mediante la masturbación.
Estos mismos autores subrayaron que no había dos mujeres que se masturbaran exactamente igual, pese a la existencia de algunas prácticas comunes.
Masturbación compartida: puede ser una oportunidad para conducir a la mujer al clímax…, algo que sin duda vale la pena estudiar. Ahora bien, recordemos que, si bien la masturbación es una práctica común, compartir esta experiencia se considera casi tabú. En su libro Solitary Sex: A Cultural History of Masturbation, Thomas Laqueur, profesor de Historia de la Universidad de California (Berkeley), escribe lo siguiente: “La masturbación está por lo general ausente en el debate sobre la sexualidad moderna; es algo de lo que se prefiere no hablar, y tan desconcertante que sólo se menciona en broma”. Si ella nunca se ha masturbado en tu presencia, crea un entorno de intimidad y confianza. Lo principal es que sepa que quieres que lo haga porque eso te excita y porque deseas aprender más maneras de darle placer.
Pese a los obstáculos, vuestra vida sexual mejorará si sois capaces de compartir el acto de la masturbación, pues no sólo resulta un buen estímulo erótico sino que puede convertirse en una herramienta infalible en momentos en los que por una u otra razón ella no alcanza el orgasmo durante la actividad sexual y necesita resolverlo con sus propias manos.
Música: emplea la música para realzar el estado de ánimo, sin sofocarlo. Busca música que os estimule a los dos, que os permita dejaros llevar, que os ayude a sincronizar vuestro ritmo. Una música bien elegida puede estimular realmente los sentidos, mientras que una mala elección puede bloquearlos.
Múltiples orgasmos: es frecuente que la mujer alcance el orgasmo durante el calentamiento si se la estimula eficazmente. Si bien todas las mujeres tienen la capacidad innata de alcanzar múltiples orgasmos, no todas la han experimentado, y muchas incluso no son conscientes de este potencial inherente. Si ella llega al clímax en el curso del calentamiento, déjala que descanse unos minutos con una estimulación más suave, como los besos y las caricias, antes de pasar al partido. Esta tregua es imprescindible si su orgasmo ha sido resultado de la estimulación manual del clítoris, pues el glande se muestra particularmente sensible al tacto después del orgasmo. Deja que se enfríe un poco, pero que no pierda el interés sexual; centra la atención en otras zonas de su cuerpo. Tras esta breve pausa puedes volver a estimular su vulva y prepararla para el siguiente orgasmo.
Penetración: cuando el cunnilingus se convierte en el núcleo del juego sexual, la penetración puede formar parte de los preliminares. En la posición clásica del misionero (tú encima, ella debajo), usa la punta del pene para penetrar muy levemente la antesala de la vagina. Deja que el pene repose dentro de ella. (Si no estás cómodo en la postura del misionero puedes arrodillarte o sentarte delante de su vulva). No tengas prisa. Tómate tu tiempo. Disfruta. Quédate cerca de la entrada. Tócale el glande del clítoris con el pulgar y muévelo suavemente de lado a lado, al tiempo que la penetras con embestidas breves y poco profundas. O frótale el clítoris con el pene y empuja luego suavemente entre los pliegues de los labios sin llegar a penetrarla. Tal vez ella pueda contraer los músculos pélvicos mientras tú, siempre muy despacio, vas penetrándola. Tómate el tiempo necesario para sentir cómo se contraen sus músculos alrededor de tu pene mientras te retiras muy despacio.
Porno: principalmente películas. Sabemos que excitan a los hombres, aunque no tanto que estimulen a las mujeres. Según el libro Total Sex, un estudio realizado en quinientos videoclubs (cuando todavía existían), un 25% de las mujeres participan con su pareja en la elección de las películas porno. Este entusiasmo es una espada de doble filo: por un lado, resulta reconfortante que hombres y mujeres compartan la misma afición por la estimulación cinematográfica; por otra parte, la amplia mayoría de las películas porno van dirigidas a los hombres. Para cambiar de tercio conviene buscar películas pensadas específicamente para seducir a las mujeres, de directoras como Candida Royalle, una antigua actriz de cine porno que más tarde empezó a producir y dirigir sus propias películas bajo el sello Femme Productions. Estas películas prestan más atención al guión y a los personajes, incluyen abundantes preliminares y son mucho más esclarecedoras en cuanto a las prácticas sexuales que de verdad gustan a las mujeres.
Además, y a diferencia de lo que sucede con las películas destinadas a un público masculino, en estas otras el sexo forma parte del guión. Seguro que a Shakespeare le habrían gustado más que las destinadas a los hombres, en la medida en que se esfuerzan por “adecuar la acción a la palabra y la palabra a la acción” al tiempo que “reflejan la naturaleza como un espejo”.
Estilo: no te pases. Tal como se dice en Elementos de estilo, “el principiante debe avanzar con cautela, comprender que se trata de expresar su propio ser y alejarse con resolución de todos los mecanismos popularmente considerados como señal de estilo: manierismos, trucos y adornos. El estilo es cuestión de franqueza, sencillez, orden y sinceridad”. Lo mismo vale para los expertos.
Vínculos: de los que atan. Inmovilizar al amante durante la actividad sexual es una fantasía muy popular que, a diferencia de otras, puede practicarse fácilmente y resulta muy satisfactoria desde el punto de vista erótico. Cuando se practica sin peligro, como un juego, atar es un modo divertido y poco comprometido para interpretar papeles de dominación y expresar una agresión sexual sana. El cuerpo de la mujer se siente estimulado con la tensión muscular, y también la mente, al rendirse al placer y actuar de maneras que de otro modo no se atrevería. Por otro lado, a ti te permite tomarte tu tiempo sin escatimar atenciones, mientras ella se abandona al juego. La limitación estimula la creatividad. Si eres novato en esto, más vale que peques de prudente y leas detenidamente el Apéndice antes de practicarlo.
Tiempo: tómate todo el tiempo del mundo. Como dijo Ovidio: “Afirmo que jamás ha de precipitarse el clímax del amor, sino llegar despacio y prolongadamente”.