La premisa de este libro es muy sencilla: cuando se trata de complacer a las mujeres y de hablar el idioma del amor, el cunnilingus debería ser la lengua materna de cualquier hombre. El conocido autor de libros sobre sexo, Lou Paget, afirma lo siguiente: “Pregunten a las mujeres; si son sinceras admitirán que cuando más se excitan y mayor placer obtienen es cuando un hombre sabe usar su lengua”.
En este Máster de Orgasmos Femeninos he compilado experiencias muy diversas en un sencillo manual de normas básicas. He elaborado los principios y la filosofía que subyacen a estas normas para ofrecer nada menos que una gramática definitiva del sexo oral. Si quieres saber cómo proporcionar a una mujer orgasmos con la lengua que la transporten espiritualmente y recorran su cuerpo como una ola, éste es el libro que necesitas.
Este libro está escrito desde la perspectiva de un practicante; la de alguien que conoce y adora el cunnilingus, que aprecia su capacidad para estimular la respuesta sexual femenina y que ha desarrollado un método para que las mujeres alcancen el orgasmo en todas las ocasiones. Este método se basa en la convicción de que el cunnilingus es mucho más que una actividad sexual; es la piedra angular del goce sexual. Llamémoslo “el camino de la lengua”.
No quiero que se me interprete mal: no soy un Casanova ni un vanidoso Don Juan que escribe con ánimo de alardear de sus hazañas; nada por el estilo. Sufrí mucho durante buena parte de mi vida por culpa de una disfunción sexual y conozco muy bien la humillación, la angustia y la desesperación que uno siente cuando no es capaz de satisfacer a una mujer. Escribí este libro con la sincera esperanza de que otros hombres pudieran desarrollar “hábitos sexuales” eficaces; hábitos que, con la colaboración de sus parejas, les ayuden a sufrir menos de lo que yo sufrí, o incluso a no sufrir en absoluto.
Mis primeras incursiones en el terreno del sexo oral fueron un apoyo, una manera de compensar mis carencias sexuales; suponía yo por aquel entonces que el cunnilingus era el destino de un pobre hombre incapaz de alcanzar el y la plenitud del “sexo auténtico” y, como muchos, estaba convencido de que el coito era “el modo” de llegar al orgasmo. Mas, para mi sorpresa, descubrí que “el camino de la lengua” no era en absoluto inferior al coito; en realidad era superior, y en muchos casos la única manera de ofrecer a las mujeres la estimulación continua y rítmica, al margen de la masturbación, necesaria para alcanzar el orgasmo.
No tardé en aprender que el sexo oral es sexo de verdad. Y, más tarde, cuando llegó a mis manos el Informe Hite sobre sexualidad femenina, pude confirmar que el sexo oral era “una de las actividades sexuales favoritas y más gratificantes de las mujeres”; las encuestadas repetían constantemente lo mucho que les gustaba. En cuestión de placer no hay modos buenos o malos de llegar al orgasmo: lo único malo es suponer que las mujeres lo necesitan o lo aprecian menos que los hombres.
En un artículo titulado “Sé simplemente un hombre: seis consejos sencillos”, la columnista Amy Sohn, especializada en cuestiones de sexo, ofrece como primer consejo el siguiente: “Un hombre de verdad baja hasta allí. Sin excusas. Sin vacilación”.
Pero una vez allí, ¿qué hay que hacer?
Una amplia mayoría de mujeres se queja de que a los hombres no les gusta, no saben o no lo hacen casi nunca. Flannery O’Connor tenía razón cuando decía que no es fácil encontrar a un hombre bueno, y mucho menos a uno que esté dispuesto a bajar al centro de la ciudad a pasear tranquilamente. Pero por lo general, cuando se encuentra a un cunnilingüista experto, resulta muy apreciado.
En su ensayo “Servicio labial: cómo ser un buen cunnilingüista”, la escritora y columnista Anka Radakovich canta las alabanzas de un novio experto en sexo oral: “Me quedé «enlenguada» (el equivalente femenino de encoñamiento) y hasta me ofrecía a hacerle la colada si venía para darme placer. Al cabo de dos meses coloqué una foto de su lengua en mi mesa de trabajo”.
Para dominar las caricias orales, todos los hombres deberían recitar como un mantra la famosa frase de Rhett Butler a Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó: “A ti tendría que besarte a menudo alguien que supiera cómo”.
Quienes me conocen saben que soy un hombre reservado. Nunca se me ocurriría airear mi lucha contra la disfunción sexual si no estuviera sinceramente convencido de que este libro era absolutamente necesario. Lo estoy por lo que he leído, por lo que he oído y, sobre todo, por mi experiencia de primera mano como practicante: a las mujeres no sólo les encanta el cunnilingus y lo desean; lo necesitan. Cualquier terapeuta sexual os dirá que las mujeres se quejan sistemáticamente de su incapacidad para alcanzar el orgasmo durante la penetración. La solución no está en más “preliminares”, como suelen aconsejar las revistas, sino en ampliar con habilidad las prácticas que asociamos con los preliminares; es decir, en llevar la estimulación oral hasta sus últimas consecuencias: transformar los prolegómenos en el nudo argumental del relato.
Éste no es un libro contra el pene, sino un libro a favor de la lengua, un libro que defiende una concepción del sexo que va más allá de la penetración, que abarca el placer “mutuo” y que resulta más adecuada para estimular la anatomía femenina hasta el punto del orgasmo. Este modelo no excluye la penetración, sino que propone posponer la gratificación masculina hasta que la mujer haya alcanzado su primer (y ojalá que no último) orgasmo; semejante cortesía masculina tiene la doble ventaja no sólo de proporcionar placer a la mujer sino de intensificar notablemente la calidad del clímax masculino. De lo que aquí se trata es de posponer la gratificación, no el placer.
Es hora de cerrar la brecha entre los sexos y reescribir las reglas que rigen el intercambio de placer, y el cunnilingus es mucho más que un modo de lograr este noble fin; es la clave de un nuevo paradigma sexual, de un modelo que ensalza la experiencia compartida del placer, la intimidad, el respeto y la satisfacción. Y es también uno de los más grandes regalos de amor que un hombre puede hacer a una mujer.
CÓMO LEER ESTE LIBRO
En la Primera parte de este Máster en Orgasmos Femeninos, titulada “Elementos de estilo sexual”, nos adentraremos en una poderosa filosofía que, si bien no cambiará dramáticamente nuestra experiencia sexual, sí modificará nuestra visión del sexo y de las relaciones de pareja. Aprenderemos a:
- Terminar con la “desinformación” y cultivar una verdadera comprensión de la sexualidad femenina.
- Pensar en términos clitoridianos más que en términos vaginales y centrarnos en la estimulación frente a la penetración.
- Posponer la gratificación sin sacrificar el placer.
- Transformar los preliminares en nudo argumental.
- Dominar el proceso de respuesta sexual femenina y apreciar la función del clítoris como centro generador de placer. Desarrollar una conciencia que transforme el casi siempre esquivo orgasmo femenino en algo conocido y tangible, más allá de toda duda.
Hablaremos también de cuestiones importantes, y a menudo mal entendidas, como la anatomía “real” de los genitales femeninos, la higiene, el sexo seguro y el contexto social cultural que configura nuestro modo de pensar y de actuar con respecto al cunnilingus.
Si la Primera parte se centra en el “porqué” del cunnilingus, la Segunda, titulada “Normas de uso”, se dedica al “cómo”. Descubriremos en ella técnicas orales contrastadas para conducir con éxito a una mujer a lo largo de todo el proceso de respuesta sexual, el cual, como si fuera una novela, dividiremos en tres etapas: los prolegómenos, el nudo argumental y el desenlace.
Mientras que muchos libros de sexo se contentan con decir al lector “qué” hacer, estoy convencido que el “cuándo” es igual de importante. Todo es cuestión de sincronía y, para ello, en la Tercera parte, “Los dos juntos”, se esbozan unas técnicas claras para alcanzar una experiencia compartida y sin fisuras, que nos permita coronar, en compañía de nuestra pareja, nuevas cumbres eróticas.
A lo largo de este Máster en Orgasmos Femeninos se intercalan ilustraciones, trucos, ejercicios, datos de interés o preguntas frecuentes, junto a las inocentes respuestas de algunos de los muchos hombres y mujeres a los que he preguntado sobre su visión del sexo, las relaciones o el cunnilingus, así como sus tabúes acerca de lo que se puede y lo que no se puede hacer.
Por último, al final del libro se ofrece una serie de Apéndices que abordan cuestiones de interés y situaciones concretas.
En conjunto, este Máster es el estudio más completo sobre el arte del cunnilingus disponible a día de hoy; este Máster no sólo enseña todo lo necesario para dominar la gramática del sexo oral, sino que da respuesta a las dudas que pueden surgir durante el periodo de aprendizaje.
Cuando hayas terminado su estudio tendrás una perspectiva distinta del sexo y dominarás las técnicas “lingüísticas” para llevar a una mujer hasta el orgasmo una y otra vez.
CUESTIONARIO
Siéntete libre para leer este Máster de la manera que te resulte más cómoda. Ahora bien, si te inclinas por saltarte la Primera parte y pasar directamente a las técnicas, te pediría que antes considerases algunas cuestiones:
- ¿Sabías que el clítoris consta de dieciocho partes y que cada una de ellas desempeña un papel como fuente generadora de placer? ¿Sabes identificarlas?
- ¿Sabías que la inmensa mayoría de las terminaciones nerviosas que contribuyen al orgasmo femenino están concentradas en la superficie de la vulva y que la penetración no es necesaria para estimular el orgasmo?
- ¿Cuántos tipos de orgasmos es capaz de experimentar una mujer?
- ¿Eres capaz de afirmar sin titubeos dónde se encuentra el punto G? ¿Puedes enumerar otras zonas de placer ocultas?
- ¿Sabes por qué el cunnilingus es el mejor modo de estimular a una mujer para que tenga orgasmos múltiples?
- ¿Sabes por qué un hombre es en parte responsable del olor genital de su pareja?
- ¿Estás completamente seguro de que tu pareja nunca ha fingido el orgasmo y eres capaz de reconocer inequívocamente la diferencia entre los gemidos impostados y los auténticos?
Si has respondido “no” a alguna de estas importantes preguntas, te animo a que estudies este Máster en Orgasmos Femeninos de principio a fin. En todo caso, úsalo como quieras; sólo espero que este Máste se convierta en una herramienta de consulta continua, al margen de cuál sea tu nivel de experiencia.
UN ANTICIPO DE LO QUE VIENE
He aquí unas cuantas normas básicas para empezar a iniciarse:
1. Aprender a valorar la ironía: porque cuando se trata de sexualidad humana, la vida está llena de ironía. Los principiantes deberían tener muy presente que los genitales masculinos y femeninos están formados por el mismo tejido embrionario, y, sin embargo, nuestros respectivos procesos de excitación no podrían ser más distintos. Tal como afirman sucintamente los editores de la revista Men’s Health, Stefan Bechtel y Laurence Roy Stains, en su libro Sex: A Man’s guide, “algunos estudios revelan que tres cuartas partes de los hombres dan por concluida la sesión sexual a los pocos minutos del comienzo, mientras que las mujeres suelen necesitar 15 minutos o más para alcanzar el orgasmo. Entre medias se extiende todo un mundo de rabia, dolor y platos rotos”.
Dicho en términos gramaticales, la mayoría de las mujeres se quedan frustradas con las frases incompletas o los participios que sus compañeros dejan en suspenso. Por eso este Máster insiste en posponer la gratificación masculina, tal como su título indica. En su libro Her Way, a Survey of Contemporary Young Women, la periodista Paula Kamen documenta lo siguiente: “El orgasmo femenino ha dejado de ser una cuestión de suerte o un asunto secundario, lo que sin duda indica que las mujeres se han liberado del sentimiento de culpa sexual y son capaces de perseguir sus deseos tal como han hecho siempre los hombres”.
Para complacer a las mujeres conviene tener presente las palabras del maestro taoísta de la antigüedad Wu Hsien: “El hombre debe mantener la situación bajo control y beneficiarse de esta comunión sin apresuramientos innecesarios”.
2. No confundir el sujeto con el objeto: es decir, el clítoris. Con sus ocho mil terminaciones nerviosas (el doble que las del pene) y una envidiable capacidad para producir orgasmos múltiples en el curso de una misma sesión de sexo, el clítoris, cuya función no es otra que la de generar placer, ha sido definido por Masters y Johnson como “un órgano único en la especie humana”. El clítoris consta de dieciocho partes, visibles y ocultas, que participan en la producción del placer (sigue leyendo y aprenderás a dominar todas y cada una de ellas). En contra de lo que tradicionalmente se pensaba -al menos ésa es la idea que se mantiene apolillada en los armarios masculinos-, el clítoris es mucho más que un simple “botón del amor”; es una sofisticada red de placer erótico con más puntos calientes que un volcán.
3. La lengua es más poderosa que la espada: especialmente en lo que a la estimulación del clítoris se refiere. Hasta el actor porno Ron Jeremy, dotado de un miembro de 25 centímetros, ha observado lo siguiente: “He logrado que muchas más mujeres se corran con mi lengua que con mi pene”. Shere Hite, autora del Informe Hite sobre sexualidad, llegó a insinuar que “la función del coito nunca ha sido la de estimular el orgasmo femenino”. Entre otras razones porque el clítoris se encuentra unos dos o tres centímetros más cerca de la parte delantera del cuerpo femenino que la vagina y, porque, durante la penetración, el pene no suele tener contacto con el clítoris.
Los autores de Sex: A Man’s Guide citan un estudio en que 98 felizmente casadas llevaban un diario sexual donde anotaban la frecuencia de su actividad sexual y su nivel de satisfacción. El cunnilingus figura como la práctica más placentera de todas. Un 82% de estas mujeres afirmaba que el sexo oral les resultaba muy satisfactorio; el índice de satisfacción coital se situaba en segundo lugar, con un 68%. Las mujeres situaban en un 25% el índice de orgasmos alcanzados durante el coito. Sin embargo, la práctica del sexo oral elevaba el porcentaje de orgasmos hasta el 81%. Según afirma el doctor Alex Comfort en The New Joy of Sex en relación con el cunnilingus: “De este modo se puede proporcionar a una mujer docenas de orgasmos, y aún seguirá pidiendo más”.
4. Aprender de los propios errores: a diferencia de los adolescentes de Mangaia, en las islas Cook, a quienes, según cuenta Shane Mooney, se adiestra para dominar las más refinadas técnicas de estimulación de los pezones, el cunnilingus y el retraso de la eyaculación para garantizar el placer de sus futuras compañeras, la educación que recibimos en Occidente es, por desgracia, incompleta. En respuesta a las preguntas de Shere Hite acerca de la destreza oral de sus compañeros, la inmensa mayoría de las mujeres se quejaba de que los hombres eran demasiado bruscos o demasiado impacientes; demasiado rápidos o demasiado lentos; no daban en el blanco o cambiaban el ritmo en el momento más inoportuno. Una mujer llegaba a exclamar: “¡Parece como si quisiera borrarme el clítoris!”.
¡Eso es!
Lo que muchas mujeres no saben es que los hombres suspiran por información y respuestas. Se mueren por aprender, pero hablar de sexo no resulta fácil y a veces nos fallan las palabras cuando más las necesitamos. En su libro titulado Talk Dirty to Me: An Intimate Philosophy of Sex, Sally Tisdale dice: “En realidad no sabemos explicar lo que es la excitación ni lo que es el orgasmo, y cuanto más lo sentimos menos valor tienen las palabras, menos capaces somos de emplear el lenguaje”.
Por eso buscamos en libros y en revistas de sexo, o peor, en zafias películas porno y en las bromas de los vestuarios. La mayor parte de los libros sobre sexualidad abordan el tema en términos enciclopédicos: un poco de todo, sin profundizar en nada. Se centran más en lo general que en lo particular y, en el mejor de los casos, el cunnilingus recibe en ellos la misma atención que otros aspectos. Dedican como mucho un par de páginas a explicar una técnica con detalle y describen mayoritariamente el cunnilingus como una parte de los prolegómenos, en lugar de un proceso completo en sí mismo. Son como esos libros de cocina que incluyen distintas recetas de entrantes, primeros y segundos platos. Pero el cunnilingus es una comida completa, más que un plato individual, y hay cientos, si no miles, de formas de elaborarla.
¡ATENCIÓN, HOMBRES!
Aunque este libro puede ser muy útil para cualquiera -hombre o mujer, heterosexual o no- interesado en aprender sobre el orgasmo femenino y cómo producirlo en todas las ocasiones mediante un conjunto de inspiradas técnicas orales, se ha escrito principalmente pensando en esos hombres del mundo entero que quieren ser mejores amantes, y en las mujeres deseosas de beneficiarse de la educación de sus parejas.
Lo cierto es que hombres y mujeres difieren notablemente en lo que al aprendizaje se refiere. En el Informe Kinsey (1953), un conocido estudio sobre la sexualidad humana, se afirmaba que: “Es evidente que ni las chicas jóvenes ni las mujeres adultas hablan abiertamente de sus experiencias sexuales como lo hacen los hombres”. Mucho han cambiado las cosas desde entonces. En una actualización de este mismo estudio realizada en 1990, se señala que las mujeres de edades comprendidas entre 18 y 29 años conocen mejor su sexualidad que los varones de la misma edad, y atribuye esta diferencia a «la creciente convicción femenina sobre su derecho a la información sexual y el acceso a publicaciones de salud femenina”. Cabe pensar entonces que tanto el movimiento feminista como las campañas en pro del sexo seguro, presentadas de un modo abierto y claro, han hecho mucho por educar a las mujeres sobre su cuerpo y su sexualidad en los últimos cincuenta años.
Pero ¿qué pasa con los hombres?
Tanto en mis investigaciones como en mis entrevistas he observado que, en términos generales, las mujeres tienen hoy mejores conocimientos sobre sexualidad y se muestran más dispuestas a hablar de sexo con libertad y naturalidad. A la hora de describir distintas prácticas sexuales, principalmente el cunnilingus, las mujeres son mucho más conscientes de los aspectos cualitativos y los detalles técnicos relacionados con su respuesta sexual. Al tiempo que subrayaban la importancia de la experiencia personal en el proceso de adquisición de conocimientos, confirmaban que gran parte de su información sexual procedía de padres y amigas, además de libros, revistas e Internet.
Los hombres, por el contrario, muestran un menor conocimiento de las cuestiones sexuales y una tendencia a describir prácticas como el cunnilingus de un modo más gráfico y objetivamente detallado. También reconocen que recurren mucho más a la pornografía y a la experiencia de primera mano a la hora de buscar información sobre la sexualidad femenina, y se sienten mucho más incómodos ante el consejo de padres y amigos.
¿Adónde puede dirigirse un hombre cuando busca información precisa y concreta sobre el modo de estimular la respuesta sexual femenina? Los medios de comunicación nos bombardean con sexo las veinticuatro horas del día, pero no existe un debate amplio sobre la sexualidad humana y menos aún dirigido específicamente a los hombres. Curiosamente, algunos de los hombres con los que he tenido ocasión de hablar comentaban que la serie de televisión Sexo en Nueva York -donde se habla con absoluta naturalidad de sexo oral, orgasmos y otras cuestiones- era su principal fuente de información sobre los deseos femeninos y las actitudes sexuales de las mujeres. Otros admitían leer en secreto revistas femeninas como Cosmopolitan y Jane, porque les resultaban esclarecedoras y encontraban en ellas una información que las revistas para hombres no proporcionan.
Uno de ellos lo resumía así: “Cosmopolitan y Glamour son mucho más explícitas en cuestión de sexo y relaciones que revistas para hombres, como Playboy y Maxim, que siempre hablan de sexo, pero no de sexualidad. Las revistas para hombres se centran más en la conquista que en la educación, y abordan el asunto en términos de artilugios sexuales y de levantamiento de pesas. Men’s Health sitúa el listón mucho más alto, pero es la única publicación que lo hace, y aun así tiende a centrarse más en obtener un sobresaliente que en ofrecer la información detallada para conseguirlo”.
Por desgracia, tanto los hombres como las mujeres terminan siendo víctimas de este bombardeo de información imprecisa que hace a los hombres mover la lengua como actores porno, recurrir a posturas que poco tienen que ver con la estimulación del clítoris y desconocer en general la anatomía femenina y el proceso de respuesta sexual de las mujeres.
Para dominar la gramática del sexo oral necesitamos algo más que unos trucos tomados al azar del último número de Maxim o de Cosmopolitan. Necesitamos un auténtico manual exhaustivo y conciso que incluya técnicas contrastadas, explicaciones esclarecedoras y rutinas verdaderamente eficaces; un Máster que nos ayude a encontrar nuestro propio tono y nuestro propio estilo. Este es ese Máster.
Por eso, tanto si empiezas a iniciarte en la vida “cliteraria” como si ya eres miembro del selecto círculo de “cliteratos”, prepárate para aprender las normas gramaticales y usarlas con estilo.
POR QUÉ ESCRIBÍ ESTE MÁSTER EN ORGASMOS FEMENINOS
Mi propia formación “cunnilingüística” empezó con una disfunción sexual: una ardua y larga batalla contra la eyaculación precoz (EP). Era un inútil; era patético. El mero hecho de ver el cuerpo de una mujer desnuda me hacía perder el control, y entre los prolegómenos y el desenlace apenas mediaba un instante. Digamos que en el lenguaje del amor no lograba pasar de la primera sílaba. Estaba seguro de que mi epitafio sería éste: “Llegó. Vio. Y volvió a llegar”.
Más tarde, gracias a los estudios pioneros del investigador Alfred C. Kinsey, aprendí que el promedio de la penetración masculina se sitúa entre dos y dos minutos y medio. Eso me consoló en cierto sentido, pero al mismo tiempo me hizo sentir profundamente solo. No paraba de preguntarme por qué estaba “biológicamente maldito”, por qué llegaba al orgasmo tan deprisa. ¿Sería un vestigio de las batallas evolutivas de la selección natural, de los tiempos en los que el hombre debía sembrar rápidamente su semilla para garantizar la propagación de su material genético? ¿Me diría Charles Darwin que lo que yo consideraba como una terrible deficiencia era en realidad una gran ventaja en la lucha por la supervivencia del más apto? Tal vez, pero yo sentía que mal de muchos consuelo de tontos.
Hoy estoy convencido de que una de las principales causas de la eyaculación precoz son los malos hábitos masturbatorios: cómo se enseña a los niños a masturbarse o, mejor dicho, cómo no se les enseña; cómo lo hacen a escondidas, a toda prisa, envueltos por el secreto y el tabú. Un adolescente no tarda mucho en quedar programado para alcanzar el placer rápidamente, y todos sabemos lo difícil que es romper los malos hábitos. Quizá, si alguien me hubiera enseñado a masturbarme pensando en el orgasmo femenino más que en el mío propio, me habría ahorrado años de sufrimiento.
El caso es que yo era un discapacitado sexual y el sexo oral se convirtió en mi apoyo. Si no era capaz de satisfacer a una mujer con el pene, estaba decidido a conseguirlo con la lengua.
Todavía recuerdo el miedo, los prejuicios y las meteduras de pata de mis primeras experiencias en la universidad. Mis primeras incursiones en el terreno del cunnilingus no fueron distintas de las de muchos hombres: vacilantes, indecisas; bajaba hasta “allí” y daba un par de lametazos. Aprendí por el procedimiento de ensayo y error, hasta que comprendí que el cunnilingus era mucho más que un elemento accesorio u optativo de los prolegómenos; era el nudo argumental. Era una composición literaria -con planteamiento, nudo y desenlace- que conducía a la mujer hasta el clímax a través de las múltiples etapas de la excitación erótica. El cunnilingus no sólo me permitió satisfacer a una mujer de un modo profundo y pleno, sino que hizo también que dejara de preocuparme por el sexo y empezara a disfrutar con él.
Desapareció mi ansiedad, desarrollé un mayor grado de autocontrol y me convertí en mejor amante. El cunnilingus sin duda salvó mi vida sexual y, cuando pienso en la depresión y en la angustia que padecía como resultado de mi lucha contra la EP, casi me siento tentado de decir que salvó mi vida entera.
Nunca olvidaré la primera vez que conseguí que una mujer tuviera un orgasmo con mi lengua. Fue un momento decisivo.
A día de hoy puedo afirmar que he recuperado mis tiempos de respuesta. Ya no sufro esa eyaculación precoz. Disfruto haciendo el amor, pero sigo creyendo firmemente en “el camino de la lengua”. Sencillamente, es el instrumento más adecuado. Aún más, creo que el cunnilingus es el acto más íntimo, respetuoso y gratificante que puede realizar un hombre. En palabras de Sally Tisdale: “Entregarse al vientre del otro, o a la boca del otro. El sexo oral puede ser el acto sexual más poderoso. Es un acto de fuerza que resulta de la más tierna intimidad”.
Hay quien se refiere al sexo oral como música bucal, y como músico creo que puedo decir que he llegado a convertirme en un buen instrumentista. Sin embargo, no encontré mi Stradivarius -único, bello, impagable- hasta que conocí a cierta persona que salvaguardaré su identidad. Si ella es mi violín, yo soy su arco. Te animo a que encuentres tu Stradivarius. Y cuando lo hayas encontrado, a que lo cuides, lo mimes y seas constante con él, porque de ese modo llegarás a tocar como un maestro.
Si bien existen diversas técnicas generales para alcanzar el éxito, cada mujer es diferente, y el cunnilingus es, en última instancia, un acto de conocimiento y entrega individual. Eso no significa que uno no pueda divertirse a veces, pero las grandes hazañas requieren seriedad y esfuerzo, tienen que ver más con la pirotecnia que con los fuegos artificiales.
Hacer las cosas bien exige confiar en el ritmo de los acontecimientos, relajarse y entrar en contacto con una zona más profunda e instintiva del propio yo. Es imposible fingir. Y hay que ser algo más que un simple técnico. Hay que imbuirse de la técnica con los sentidos y con la imaginación. Hay que estar presente; hay que ser auténtico; hay que estar allí en cuerpo, mente y alma.
Según E. B. White: “El estilo no es resultado de lo que una persona sabe, sino de lo que es. Para eso no hay trucos que valgan”.
Con esta idea en mente, pasemos a la acción.