Caballeros: las damas primero. La caballerosidad hace mucho a la hora de satisfacer a una mujer.
Los hombres están diseñados para ser eficaces. Excitarnos no nos cuesta gran cosa. El proceso nos resulta bastante sencillo: por lo general tenemos un solo orgasmo y luego necesitamos un “periodo refractario”. Según cual sea nuestra edad, este periodo puede durar entre un par de minutos y un par de días.
Ahora bien, el hecho es que el orgasmo masculino se produce con facilidad. Masters y Johnson lo denominan “eyaculación inevitable”, mientras que Alfred C. Kinsey, que entrevistó a miles de personas sobre su vida sexual, afirmaba que el 75% de los hombres eyacula en cuestión de dos minutos.
En cuanto al orgasmo femenino, no hay nada inevitable. Según Sally Tisdale: “La sexualidad masculina es muy distinta de la mía, fundamentalmente porque a los hombres les basta con la intervención del pene; no necesitan preocuparse de que los toquen, los desnuden o les ensucien ninguna otra parte del cuerpo… Siempre me ha parecido que el orgasmo masculino les viene de la nada, que es infinitamente más eficaz y obediente que el mío.”
El orgasmo femenino es un asunto más complicado y requiere generalmente mucho más tiempo de actividad sexual. El primer orgasmo de la mujer es el más difícil de alcanzar; precisa una estimulación constante, además de concentración y relajación. Así, no es de extrañar que ciertos investigadores de la Universidad de Chicago declararan en Sex in America Survey (1994) que los hombres alcanzan el orgasmo durante el coito con mucha más frecuencia que las mujeres, y que tres cuartas partes de ellos, pero menos de una tercera parte de las mujeres, llegan al orgasmo en todos los casos. ¡Menos de un tercio! Eso significa que, por término medio, a cuatro de cada cinco mujeres se les niega sistemáticamente el clímax.
El hombre pertenece al Yang.
La peculiaridad del Yang es que se excita fácilmente.
Pero se agota con la misma facilidad.
La mujer pertenece al Ying.
La peculiaridad del Ying es que se excita lentamente, pero también tarda en saciarse.WU HSIEN, MAESTRO TAOISTA
Una amarga y cruel ironía parece impregnar nuestros respectivos procesos de excitación sexual: la ironía de que la mujer, única en su sexualidad, que posee tanto un clítoris (un órgano destinado únicamente a producir placer) como la facultad de experimentar múltiples orgasmos en el curso de una misma sesión de sexo, ve paradójicamente arruinada su enorme capacidad para alcanzar la plenitud del éxtasis. Una magnífica hoguera que no llega a encenderse por falta de una cerilla que prenda su llama.
Muchos hombres sostienen que el problema no es la cerilla, sino que las mujeres necesitan demasiada mecha. Tal vez, pero esto suscita la siguiente pregunta: ¿cuánto es demasiado? En estudios como los de Kinsey y los de Masters y Johnson se ha llegado a la conclusión de que sólo el 7,7% de las mujeres cuyas parejas dedican 21 o más minutos a los preliminares alcanzan el orgasmo en todos los casos. Esto supone un cambio de dimensiones tectónicas: de dos de cada tres mujeres que no logran alcanzar el clímax a nueve de cada diez que sí lo alcanzan. Y todo por una cuestión de minutos.
Muy pocos problemas del mundo, por no decir casi ninguno, pueden resolverse con tan sólo 20 minutos de atención, y he aquí que en el complicado escenario sociopolítico del dormitorio tenemos la oportunidad de conseguir la satisfacción bilateral. Dicho así, en aras de la paz y la igualdad sexual, ¿son 20 minutos de atención plena y bien aplicada demasiado pedir, cuando pueden salvar nuestra vida sexual?
Hagamos como los caballeros de verdad: aplacemos nuestro placer. Tal como escribió sir Thomas Wyatt, el padre del soneto inglés: “La paciencia será mi canto”.
Conducir a una mujer hasta el orgasmo es un proceso divertido y liberador. Cuando ella llega primero, la ansiedad y la presión desaparecen; nos atrevemos a más, tenemos más fuerza para alcanzar con gusto nuestra gratificación, y el clímax resulta mucho más intenso por el hecho de haber sido aplazado.
¿Qué mejor recompensa puede pedir un hombre?