Ilusión: el clítoris es un “botón del amor”, “una perlita rosa”, “un capullo de flor”, “un guisantito”, “una bolita”, “una pizca”, “un terrón”, “una cosita mínima”.
Alusión: el clítoris es más de lo que se aprecia a simple vista. Mucho más. No confundamos su corona encapuchada (la cabeza o glande) con la totalidad del clítoris. Como veremos más adelante, el glande es tan sólo la punta del iceberg, el seductor umbral que nos transporta hasta abismos de placer ocultos.
Vale la pena señalar que la anatomía del clítoris femenino sigue siendo objeto de debate entre la comunidad científica y médica. Mientras que existe un contingente de tradicionalistas convencidos de que el clítoris está formado únicamente por el glande, cada vez se acepta más la teoría basada en las investigaciones de pioneros como Masters y Johnson, Mary Jane Sherfey y los Centros de Salud de Mujeres Feministas, quienes sostienen que el clítoris es un sistema complejo, homólogo del pene masculino.
El clítoris, como una columna griega, se compone de tres partes: un capitel, un fuste y una base. Se extiende por la región pélvica, con estructuras visibles que abarcan en su totalidad la zona de la vulva, desde el sacro hasta el ano, además de otras zonas ocultas en el interior de la vagina. En su espléndido libro, A New View of a Woman’s Body: A Fully Illustrated Guide, la Federación de Centros de Salud de Mujeres Feministas identifica dieciocho partes de la red clitoridea; unas visibles y otras ocultas.
Con más de ocho mil, el clítoris es la parte del cuerpo humano que concentra mayor número de nervios, en interacción además con las quince mil terminaciones nerviosas del conjunto de la región pélvica. Este vasto territorio erógeno es literalmente un hervidero de placer. La escritora científica Natalie Angier habla de la red clitorídea en los siguientes términos: “Los nervios son como lobos o pájaros; cuando uno empieza a gritar, los demás se suman al coro”. Así pues, más vale que dejemos de pensar en el clítoris como un simple botón y empecemos a considerarlo como una complicada red, una cúpula del placer, el Xanadú que se alza en el núcleo de la sexualidad femenina.
Porque el clítoris es todo eso y más. Al acumularse en él la sangre como consecuencia de la excitación sexual, el clítoris aumenta de tamaño, igual que el pene; de hecho presenta el mismo tejido embrionario que el pene y puede compararse punto por punto con los genitales masculinos. Pero, a diferencia del pene —sobre el que pesan tanto las necesidades reproductoras como las de eliminación de residuos-, el clítoris no tiene otra función que la de producir placer y confiere a la mujer “una capacidad de respuesta sexual infinitamente superior a la que ningún hombre pueda soñar” (Masters y Johnson). Según la mitología griega, cuando Zeus y Hera acudieron al hermafrodita Tiresias para determinar quién experimentaba más placer, si los hombres o las mujeres, Tiresias respondió: “Si el total de la suma del amor es diez, nueve partes son para las mujeres y una para los hombres”.
Como Cristóbal Colón en el momento de zarpar rumbo a lo desconocido, nuestra exploración del clítoris nos llevará al descubrimiento de un Nuevo Mundo. Y saber un poco de geografía ayuda mucho. La tierra no es plana; y el clítoris no es un botón del amor. Estudia los mapas y aprenderás que cada travesía es única.