10 Olvidemos la lógica del punto G

Hablemos ahora del punto G, mejor dicho, de por qué debemos suprimirlo.

El conducto de la uretra parte de la vejiga y recorre unos cinco centímetros hasta el orificio uretral. La función de la uretra es principalmente permitir la salida de la orina. La uretra está envuelta por un anillo esponjoso de tejido eréctil, conocido como corpus spongiosum, donde se concentra el flujo sanguíneo con la excitación sexual y que protege la uretra de la fricción durante la penetración. Esta zona de tejido esponjoso es el archifamoso punto G, así bautizado en 1944 por el doctor Ernst Grafenberg, quien lo describió como “una zona de sensaciones erógenas… localizada a lo largo de la superficie suburetral de la pared vaginal anterior”. Lo que Kinsey observó en términos profanos fue lo siguiente: “La mayoría de las mujeres que experimentaban cierta respuesta tenían la sensibilidad limitada en un punto determinado, en la mayoría de los casos la zona superior de la pared de la vagina, justo debajo de la antesala vaginal”. A pesar de tanto bombo como se le ha dado, puede que el punto G no sea más que las raíces del clítoris, que se entrecruzan en el cuerpo esponjoso de la uretra.

Aunque sensible a la estimulación, pero sin tantas terminaciones nerviosas como el glande clitorídeo, el punto G responde generalmente a una presión más persistente. No es extraño que alguna mujer sienta una necesidad fugaz de orinar al recibir estimulación en esta zona.

Se ha hablado mucho de la diferencia entre el orgasmo clitorídeo y el orgasmo del punto G, y son muchos los que afirman que este último es el responsable del orgasmo vaginal. El alboroto estalló con la publicación en 1982 de The G Spot, de Alice Kahn Ladas, Beverly Whipple y John Perry. Visto retrospectivamente, cabe argumentar que el único logro de este libro fue el de situar el sobrevalorado orgasmo vaginal en un contexto más amplio, así como introducir el concepto de eyaculación femenina. El libro causó una gran sensación; la existencia del punto G encajaba a la perfección en el discurso sexual, reforzaba la penetración y le otorgaba una nueva razón de ser. ¿Esto es revolucionario o es reaccionario?

Como ya mencionamos anteriormente, la idea de orgasmo vaginal “maduro” frente a orgasmo clitorídeo “inmaduro” era para empezar una falsedad difundida por Freud, perpetuada por sus seguidores y reformulada luego en términos sensacionalistas en forma de punto G. Y aunque el tejido esponjoso de la uretra está unido al techo vaginal, se considera una parte más del clítoris y no una zona independiente de la vagina destinada al placer. El orgasmo del punto G, como todos los orgasmos femeninos, es un orgasmo clitorídeo; forma parte de la misma región erógena. En este sentido, cuando abordemos las distintas técnicas incluidas en la Segunda parte de este libro, romperemos radicalmente con la literatura erótica tradicional al referirnos a la región normalmente conocida como punto G como “nódulo clitorídeo”, un término que expresa de un modo más sencillo y exacto su función anatómica y sexual.