LA VULVA Y LAS ZONAS EXTERNAS DEL CLÍTORIS
Si bien existe abundante documentación sobre la anatomía sexual femenina y el proceso de respuesta sexual de las mujeres, aquí nos basamos en el estudio realizado por la Federación de Centros de Salud de Mujeres Feministas y su excelente libro A New View of a Woman’s Body. Tras muchos años de estudio y análisis, esta federación ha redefinido en gran medida las creencias sobre la sexualidad femenina.
Para empezar con las zonas visibles del clítoris, observemos atentamente en primer lugar todo lo que hay “ahí abajo”.
El monte de Venus. Comenzamos nuestro viaje desde el norte, donde se encuentra el monte de Venus (mons veneris), así llamado en honor de la diosa romana del amor. El monte de Venus es un abultamiento cutáneo relleno de tejido adiposo y cubierto de vello púbico, que recibe también el nombre de “monte del amor”, pues forma un suave montículo sobre el sacro.
Curiosamente, la función principal del vello púbico es atraer y mantener el olor de los fluidos que emanan de las glándulas de la zona genital, con el fin de que sirvan de fuente de excitación. Como Napoleón declaraba en una carta de amor a Josefina: “Mil besos para tu cuello, tus pechos y más abajo, mucho más abajo, a ese pequeño bosquecito negro que tanto amo”.
Los labios mayores. En dirección sur desde el monte de Venus encontramos el comienzo de los labios mayores o externos, que presentan una abundancia de vello, mientras que los pliegues internos están revestidos por una mucosa suave y glándulas sudoríparas. Bajo la piel de los labios mayores se extiende una red de tejido eréctil que se llena de sangre con la excitación sexual. Los labios mayores son similares al escroto masculino y están formados por el mismo tejido embrionario. Aunque sensibles al tacto, los labios mayores no son tan sensitivos como los menores y otras partes del clítoris, como el glande y el prepucio.
La comisura anterior. Los labios mayores abarcan la zona donde comienza la región visible del clítoris. Esta región altamente sensible, situada justo encima del glande, recibe el nombre de comisura anterior y es a partir de aquí donde el tronco del clítoris, que no se ve pero que cumple una función instrumental específica, culmina en la protuberancia del glande.
Los labios menores. Se encuentran envueltos por los labios mayores, aunque muchos insisten en que es más correcto referirse a ambos como labios externos y labios internos respectivamente, más que como mayores y menores, pues los labios internos a veces sobresalen por debajo de los externos. Los labios menores recibían antiguamente el nombre de “ninfas”, inspirado en las famosas mujeres de la mitología griega incapaces de contener su impulso sexual, de donde surgió el término “ninfomanía”.
Los labios internos envuelven y rodean el glande del clítoris, el orificio de la uretra y el vestíbulo vulvar o antesala de la vagina. A diferencia de los labios mayores, estos labios internos, más finos, no están cubiertos de pelo sino revestidos por una mucosa y glándulas grasas que se presentan al tacto en forma de minúsculos abultamientos. Los labios menores, repletos de terminaciones nerviosas, son extremadamente sensibles y desempeñan una importante función en el proceso de excitación sexual.
Algunos antropólogos tienen la teoría de que el uso de la barra de labios tiene que ver con el deseo de las mujeres de que sus bocas recuerden a los labios menores: una señal para el sexo opuesto están sexualmente preparadas.
Los labios menores presentan formas y tamaños muy diversos. No hay dos labios iguales, ni siquiera en una misma mujer. Unos son anchos y otros estrechos; unos se repliegan hacia el interior y otros se abren hacia el exterior. Su textura puede ser lisa y suave o rugosa y granulada. En el curso del proceso de excitación sexual, los labios internos cambian de color, pasando del rosa claro hacia tonos más intensos, y se hinchan y aumentan de tamaño al concentrarse en ellos la sangre.
La capucha. Los bordes externos de los labios menores se unen en su parte superior justo por encima del sensible glande del clítoris, formando una cubierta protectora (análoga a la piel del pene), conocida también como prepucio. El rozamiento que se produce cuando la capucha entra en contacto con el glande del clítoris es una poderosa fuente de estímulo y de placer. La capucha protege también el glande del exceso de estimulación; inmediatamente antes del orgasmo, el glande se refugia entre los pliegues del prepucio.
El frenillo. Los labios menores se unen por debajo del glande para formar el frenillo, una pequeña extensión de tejido epitelial, suave y sensible. Esta zona, al igual que los labios menores, es rica en terminaciones nerviosas y extremadamente sensible al tacto.
La horquilla. Los labios menores se unen por detrás en la región conocida como horquilla o comisura posterior y limitan en su borde interno con el vestíbulo vulvar o antesala de la vagina. Así como la comisura anterior señala la parte superior visible del clítoris, la horquilla señala su parte inferior visible.
El glande del clítoris. Protegido por la capucha de los labios menores, el glande es la joya de la corona, la protuberancia situada en la cima del tronco invisible del clítoris. Con sus cerca de ocho mil terminaciones nerviosas, el doble que las del glande del pene, y más de las que contiene ninguna otra parte del cuerpo humano, el glande es la parte visible del clítoris, más conocida como “botón del amor”. No es un mal término, pero recordemos que se refiere sólo a una parte del clítoris: el glande.
Uno de los mayores errores que puede cometer un amante es subestimar la sensibilidad del glande. Lo cierto es que en el clímax de la excitación sexual, el glande se vuelve tan sensible que, con ayuda de un ligamento invisible (los músculos isquiocavernosos), se repliega bajo la capucha y suele quedar oculto en el momento del orgasmo.
Hay glandes pequeños y grandes. Su tamaño varía tanto como el del pene masculino. Sin embargo, con independencia de su forma o de su tamaño, todos contienen el mismo número de terminaciones nerviosas, de manera que las dimensiones no influyen en la sensibilidad.
La etimología de la palabra “clítoris” ha dado origen a cierta controversia. Mientras que para unos viene del griego kleitoris, que significa “colina o ladera”, otros afirman que procede del verbo griego kleitoriazein, que significa “tocar o hacer vibrar lascivamente, mostrar inclinación al placer”, y otros sostienen que la palabra kleitoris significaba inicialmente “divina y diosa”. Los tres significados son ciertos de un modo u otro.
El perineo. El perineo es una pequeña región epitelial que separa la vulva del ano, situada justo encima del ano y debajo de la antesala vaginal. Bajo la superficie del perineo se extiende una red de tejido y de vasos sanguíneos que se llenan de sangre con la excitación y alcanzan una enorme sensibilidad. Según las observaciones del doctor Kinsey, el perineo es sumamente sensible al tacto, por lo que la estimulación táctil de esta región puede proporcionar mucho placer erótico. A la hora de planificar el viaje hacia las tierras del clítoris, no olvides visitar este punto caliente meridional.
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